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lunes, 25 de marzo de 2013

Morfología y sintaxis

El nombre ya había perdido las desinencias de caso en el latín tardío del siglo VI.
 En su lugar el español, como las demás lenguas románicas mediterráneas, sustituyó por un procedimiento sintáctico lo que fue en principio morfológico, es decir, marcó con preposiciones más nombre las funciones gramaticales de sujeto, objeto directo, indirecto y complementos verbales de otra especie.

 En el caso de los objetos directos personales o afectivos usa la preposición a, como en el esquema querer a una persona y querer al gato; emplea a, asimismo, en el caso del objeto indirecto, como en, por ejemplo, dar algo a alguien; en el caso del sujeto, son las desinencias verbales las que llevan la marca del sujeto (comíamos, supone siempre un sujeto en primera persona del plural) y, sólo en el caso de necesitar especificarlo, es la posición del sujeto en la oración, antepuesto al verbo, el elemento que determina esta función.

Por ejemplo, Los poblamientos humanos destruyen los bosques cambiaría su sentido si se escribiera al revés: Los bosques destruyen los poblamientos humanos; por lo tanto, el orden de los objetos que van pospuestos al verbo también es importante. Los demás complementos observan un orden relativamente libre.


Una ordenación diferente y peculiar del sujeto está presente en las oraciones interrogativas del español que se habla en toda la zona de influencia del Caribe.

Mientras que en las demás variedades de la lengua el sujeto de una oración interrogativa va pospuesto al verbo de acuerdo con el esquema: pronombre interrogativo-verbo-sujeto, como ¿qué quieres tú?, en esa variedad el orden de la oración es: pronombre interrogativo-sujeto-verbo, como por ejemplo ¿qué tú quieres? No se trata, como algunos estudios señalaron, de ningún anglicismo sintáctico, sino de una evolución interna de la lengua relacionada con otros hechos, como el cambio en la determinación y la pérdida de algunas desinencias verbales, consecuencia de la relajación de los fonemas finales y su consiguiente neutralización.


El verbo redujo a tres las cuatro conjugaciones del latín; posee desinencias para la persona, el número, el tiempo, el modo y la voz.
 En el caso de la segunda persona, el español canario, andaluz occidental y americano, salvo algunas zonas colombianas, ha conservado las formas del siglo XVII y ha desarrollado una conjugación para el singular basada en la concordancia originaria con vos, segunda persona del plural; las formas correspondientes a se consideraron vulgares y hasta humillantes, y por esa razón la persona de confianza reconocida como digna de respeto fue tratada de vos; a su vez, las personas de menor confianza reciben el mismo tratamiento que en la península; son usted y concuerdan con la tercera persona.

El cambio afecta por igual a la conjugación verbal y al paradigma de los pronombres personales y se denomina voseo al cambio en el empleo de por vos, tanto en el verbo como en los pronombres, así como en los posesivos que también necesitan la concordancia de persona.

 Hoy se observa una tendencia a aceptar el paradigma peninsular entre las clases urbanas y cultas, sobre todo entre las argentinas.